El uso de bioinsumos crece de forma sostenida en Uruguay, aunque la falta de información sigue siendo la principal barrera para su adopción. El 66 % de las explotaciones agrícolas declaran haber utilizado algún tipo de bioinsumos en los últimos dos años.

Según el último relevamiento de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del MGAP, un 40% de los productores que no los utilizan indicó que el motivo es la falta de información, mientras que solo un 8% los considera más costosos. El resto (52%) mencionó “otros motivos”, lo que, según el informe, requiere un análisis más profundo para comprender las principales causas de resistencia o desconocimiento.

El documento señala que la barrera informativa supera ampliamente la económica, y recomienda trabajar en la difusión de información, transmisión de experiencias y resultados para fomentar el uso de bioinsumos en el sector.

Entre las conclusiones, el informe destaca que existe un alto nivel de conocimiento pero una adopción media-alta, con cerca de la mitad de los productores ya utilizando algún bioinsumo. Los inoculantes biológicos concentran el mayor uso —particularmente en soja—, seguidos por los bioestimulantes, mientras que los bioplaguicidas aún presentan una adopción incipiente.

DIEA remarca que los bioinsumos pueden constituir una puerta de entrada a sistemas agrícolas más sostenibles, y que los inoculantes, por su amplia aceptación, “podrían operar como punto de partida para la expansión de otras tecnologías biológicas”.

Qué son los bioinsumos 

Los bioinsumos son productos elaborados a partir de microorganismos, extractos vegetales o minerales naturales que se utilizan para mejorar la fertilidad del suelo o controlar plagas y enfermedades de manera biológica. Su adopción en Uruguay crece año a año, impulsada por la búsqueda de sistemas agrícolas más sostenibles y con menor dependencia de agroquímicos.

 

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