Luis Romero Álvarez (Foto: ACG)


El economista Luis Romero Álvarez analizó la situación macroeconómica de Uruguay, centrando su preocupación en el atraso cambiario, el déficit fiscal y sus efectos colaterales en la producción, la inversión y la estructura del país. El profesional alertó que Uruguay se encuentra en una “lenta pendiente descendente” si no se abordan de forma estructural los desequilibrios fiscales.

“El dólar sigue cayendo”, señaló Romero, y aunque pueda haber “alguna subidita cada tanto”, la tendencia es clara. Mientras tanto, la inflación sigue subiendo, lo que significa que los costos en dólares dentro del país aumentan, afectando gravemente la competitividad del aparato productivo. “Uruguay es caro en dólares no solo frente a Paraguay, sino frente a Nueva York, Londres o París”, advirtió en diálogo con La Hora del Campo en radio Tabaré de Salto.

El núcleo del problema, explicó, es el déficit fiscal, que se sitúa actualmente en torno al 4% del PIB. “Gastamos más de lo que recaudamos, lo que es un problema para una familia, una empresa o un país”. Y recordó que, pese a los tres impactos que enfrentó el gobierno anterior —la peor sequía del siglo, la pandemia y el colapso económico argentino— el déficit que se entregó al actual gobierno es menor al que recibió. “Eso merece respeto intelectual”, subrayó.

Para financiar el déficit, el gobierno recurre al Banco Central, que emite pesos y los entrega al Estado. Como esos pesos “recién salidos de la máquina” podrían disparar la inflación, el Banco Central los retira del mercado emitiendo letras de regulación monetaria con una tasa cercana al 10%. Este mecanismo, conocido como “esterilización monetaria”, implica un alto costo: US$ 850 millones al año en intereses, según Romero. “Es un dinero que se tira todos los años y no queda nada. No queda un hospital, no queda una escuela, no queda un cantegril realojado. Nada”.

Romero también cuestionó la falta de voluntad política para enfrentar el gasto público estructural. Recordó que el ex ministro Danilo Astori afirmó que sobraban entre 70.000 y 80.000 empleados públicos, cuando eran menos de 300.000. “Hoy hay 313.800 funcionarios públicos, sin contar contratos con ONG u otros mecanismos de tercerización, y nadie del Frente Amplio dice que sobran”, lamentó.

A su entender, seguir en esta senda es suicida para el país: “El atraso cambiario lo estamos haciendo voluntariamente. No es que el dólar cae afuera, como se dice. Cuando el dólar estaba fuerte, el peso uruguayo también se fortalecía. No engañen a la gente”.

El economista advirtió que el atraso cambiario perjudica severamente a los exportadores, que venden a precios internacionales pero enfrentan costos internos altos. “Exportamos soja en grano, carne con hueso, madera en troncos. Nada con valor agregado. No porque los empresarios sean haraganes, sino porque no cierran los números”. Tampoco el mercado interno ni el turismo escapan al impacto de un dólar bajo. “Uruguay pierde competitividad y se encarece para el mundo”, advirtió.

Romero insistió en que la salida no es subir impuestos, algo que tanto el ministro como el presidente descartaron públicamente, sino reducir el déficit fiscal. “La enfermedad se llama déficit fiscal. No se puede bajar la inflación a la fuerza sin corregir antes el desbalance estructural. Hay que curar la infección para que baje la fiebre”, sentenció.

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