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El Ing. Agr. Juan Martín Dutra da Silveira, consultor de Agrista en Australia y de El Zorzal en Uruguay, lleva más de una década analizando datos económicos de majadas Merino en distintos contextos productivos. Su conclusión es clara y desafía una creencia extendida entre los productores: “El diámetro de la lana Merino, por sí solo, no determina un buen o mal resultado económico.”
El especialista presentó los resultados de un análisis de diez años realizado en Australia, basado en más de 500 establecimientos reales, con datos comparables a los registros uruguayos de la carpeta verde del Plan Agropecuario o los grupos CREA. El estudio evaluó únicamente la producción ovina Merino, con foco en la relación entre el diámetro de fibra y los resultados económicos de largo plazo.
“La idea fue ver cómo el diámetro, por sí solo, incide en la rentabilidad del sistema”, explicó Dutra, quien aclaró que el objetivo fue aislar ese factor del resto de las variables productivas.
La principal conclusión del trabajo es que no existe una relación directa entre finura y rentabilidad. “El diámetro por sí solo no lleva a un buen o mal resultado económico. Hay muchas más variables que terminan afectando la rentabilidad, como la producción de carne, los resultados reproductivos, la estructura de costos y la cantidad de lana producida”, subrayó.
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Según Dutra, evaluar el éxito de un sistema únicamente por el micronaje es una simplificación que puede conducir a errores estratégicos. “No pasa solo por el resultado del diámetro promedio; hay que mirar el conjunto”, enfatizó.
El falso dilema entre finura y producción
Durante años se sostuvo que avanzar hacia lanas más finas implicaba perder peso de vellón y productividad. Sin embargo, Dutra recordó que proyectos genéticos como el del Consorcio Regional de Innovación en Lanas Ultrafinas (CRILU) demostraron que es posible bajar el diámetro manteniendo o incluso aumentando el peso del vellón. “El CRILU lo ha demostrado: se puede bajar el diámetro de fibra y mantener el peso o aumentarlo levemente”, destacó.
No obstante, el ingeniero advierte que comparar majadas solo por su punto de partida puede ser engañoso.
“Un productor puede haber optado por reducir el diámetro, manteniendo o aumentando levemente el peso de vellón, pero otro pudo haber seguido un camino distinto: bajar un poco la finura y aumentar considerablemente el peso de lana y de carcasa. Esa es una comparación más justa”, explicó.
Para Dutra, las decisiones genéticas deben analizarse en función de la evolución integral del sistema, no en base a una única variable. “No se trata de compararse con el punto inicial, sino de ver cuál camino genético fue más rentable”, sostuvo.
Resultados del análisis australiano
El estudio australiano, basado en una década de registros económicos reales, permitió detectar una tendencia general: los sistemas con lanas por debajo de 16,5 micras tienden a obtener resultados económicos más inestables. “A medida que el promedio baja de 16,5 micras, es más difícil lograr buenos resultados económicos. No es imposible, pero es menos probable”, indicó Dutra.
El motivo principal está en la merma productiva. En esas majadas más finas, el peso de vellón promedio ronda los tres kilos por animal, mientras que en sistemas de 18 micras la producción se acerca a cinco kilos, con casos que incluso superan los seis.
“En promedio, hay una diferencia cercana al kilo o algo más entre sistemas finos y ultrafinos”, explicó.
Además, los sistemas con lanas más finas tienden a tener menor producción de carne, lo que afecta la estabilidad de los ingresos. “Los ingresos por lana son muy similares entre 16, 17 y 18 micras, pero los ingresos por carne son los que más se ven afectados en las majadas más finas, y eso reduce la rentabilidad global”, detalló.
Equilibrio entre lana y carne
El consultor enfatizó que los sistemas más sostenibles y consistentes en el tiempo son aquellos que logran un equilibrio entre lana y carne. “Las majadas capaces de producir ambos productos de forma balanceada son las más rentables, pero además las más estables a lo largo de los años”, aseguró.
La variabilidad de los precios de la lana —especialmente en los micronajes más finos— también influye en esa estabilidad. “Cuanto más fino es el diámetro, más variable es el precio. Eso hace que los sistemas ultrafinos dependan más del mercado lanero, mientras que aquellos con una buena producción de carne tienen un ingreso más equilibrado”, explicó.
El análisis de Agrista revela que las majadas de 18 micras ofrecen, en promedio, un resultado económico más sólido que las ultrafinas. Sin embargo, Dutra subrayó que hay mucha variabilidad entre productores, y que el manejo y la eficiencia pesan tanto como la genética. “Hay sistemas de 18 micras que producen tres kilos de lana y otros que producen seis; ahí está parte de la explicación de sus resultados finales”, puntualizó.
Carne Merino
La producción de carne en majadas Merino gana cada vez más relevancia. En Australia, explica Dutra, el peso de carcasa y la terminación de los animales son factores determinantes para la rentabilidad. “La gran diferencia con Uruguay está en la capacidad de terminar borregos y capones bien conformados para la industria. Eso marca la diferencia económica”, afirmó.
Si bien los precios australianos son algo superiores a los uruguayos, Dutra aclara que no son una brecha abismal.
“El precio final que reciben es algo mayor, pero no es una barbaridad. La verdadera diferencia está en la terminación y en la eficiencia del sistema industrial”, sostuvo.
En Uruguay, la dificultad para colocar carcasas pesadas sigue siendo una limitante para el desarrollo de esa línea de negocio.
Contexto uruguayo
Respecto a la aplicabilidad de los resultados al sistema uruguayo, Dutra considera que las conclusiones son en gran parte extrapolables, aunque con matices.
“En Uruguay, los sistemas más finos tienden a tener menor producción de lana y menor producción de carne. En general, retienen más capones, lo que implica menor salida al frigorífico y menor ingreso por carne”, detalló.
El consultor trabaja actualmente en un análisis comparativo de sistemas Merino en Uruguay, utilizando la misma metodología aplicada en Australia. “Estoy analizando sistemas desde mi regreso, con todos los indicadores productivos y económicos posibles. Ojalá en unos años podamos hacer un estudio similar con datos locales, que nos permita evaluar con precisión la rentabilidad de cada estrategia”, adelantó.

