La industria frigorífica uruguaya tenía al cierre de junio con los bancos créditos por US$ 438 millones, un máximo en al menos siete años, según se desprende de los datos que publica el Banco Central del Uruguay (BCU). En junio del año pasado, el pasivo bancario de los frigoríficos era de US$ 309 millones, por lo que se produjo un incremento interanual del 42% (US$ 129 millones).
Pese al incremento del financiamiento, la cartera de créditos en condición de vencidos que tenía la industria frigorífica no ha mostrado grandes sobresaltos durante el último año móvil. En junio tenía unos US$ 12,5 millones en mora (2,9% del total), muy similar al 3% que registró en igual mes del año pasado.
Para el Ing. Agr. Matías Carámbula, subsecretario del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), el problema que atraviesan algunas industrias frigoríficas no se explica únicamente por los factores tradicionales de competitividad. Según declaró la pasada semana, los principales obstáculos son la mala gestión empresarial, el sobreendeudamiento y la falta de inversión.
El subsecretario dijo que “hay frigoríficos que ya llevan más de dos años cerrados, y no se trata de un problema coyuntural. Es una acumulación de errores en el tiempo, de mala gestión, de falta de capacidad para manejar adecuadamente el crédito o de decisiones empresariales que no contemplaron los momentos difíciles”. A esto se suma, según indicó, “la necesidad de inversiones muy altas para modernizar las plantas, lo que hace aún más cuesta arriba la reapertura”.
Carámbula subrayó que el cierre de estos establecimientos tiene impactos directos no solo en los trabajadores y productores, sino también en las localidades en las que están instaladas. “Un frigorífico genera mucho trabajo y dinamiza la economía local. Su cierre afecta directamente el entramado social y económico del interior”.
Consultado sobre los habituales reclamos empresariales vinculados a la falta de competitividad —como el costo de la energía, del trabajo o la carga fiscal—, Carámbula fue categórico: “No creo que las plantas estén cerradas por un problema de competitividad, al menos no por esos factores tradicionales”.
El jerarca explicó que, a pesar de que los costos de producción son un elemento a considerar, el contexto internacional actual es altamente favorable. “Con los precios internacionales que tiene hoy la carne y la diversificación de mercados, el argumento de la competitividad no alcanza para justificar el cierre de frigoríficos. Los problemas están en otra parte: en los niveles de endeudamiento y en la incapacidad para revertirlos”.
En ese sentido, afirmó que hay empresas cuya deuda es tan elevada que “no solo les impide volver a operar, sino que las deja fuera del mercado incluso como objeto de venta”. Según Carámbula, “hay casos en los que el endeudamiento es tan alto en relación al patrimonio, que la propia empresa termina autodestruyéndose”.
Aumento más moderado en ganaderos
En lo que respecta a las explotaciones ganaderas del país, al cierre de junio tenían una cartera de créditos con la banca por unos US$ 1.200 millones, también un máximo histórico mensual. De todas formas, frente a igual mes del año pasado la expansión es más moderada (+10%) versus los frigoríficos, ya que hace un año atrás el pasivo bancario era de unos US$ 1.080 millones.
La morosidad de los productores ganaderos se mantiene en niveles históricos bajos, apenas 1,4% del total, cifra que equivalía unos US$ 17 millones en junio.