Un ternero por vaca y por año, es la meta que cualquier productor de ganado de carne debería plantearse como objetivo, sin embargo, la realidad en los campos a menudo choca con esa premisa, convirtiéndola en una utopía. De acuerdo con el trabajo presentado por el Dr. Ky G. Pohler de la Universidad de Texas A&M, en las Jornadas de Buiatría, la alta tasa de pérdidas de preñez golpea fuerte en la rentabilidad de los criadores, y se calcula que esta "ineficiencia reproductiva" cuesta miles de millones de dólares solo en Estados Unidos.
Casi la mitad de las preñeces en hembras de carne, un 47,9%, se pierden durante el primer mes de gestación después de la primera inseminación. Y de este casi 50%, la mayor parte (un 32,3%) se esfuma incluso antes del día 16, mientras que un 15,6% adicional se pierde entre los días 16 y 32. Estas cifras representan una pérdida económica gigantesca, estimada en US$ 3.700 millones anuales solo para la ganadería de carne en Estados Unidos.
Si bien alcanzar el 100% de parición es una utopía, los investigadores señalan que reducir estas pérdidas tempranas es una meta alcanzable y necesaria para la sustentabilidad del sector criador.
La contribución del toro
Durante años, se ha considerado que el toro, si bien aporta la mitad del material genético al momento de la fertilización, su influencia en la preñez terminaba allí. La atención en la pérdida de preñez se ha centrado tradicionalmente en la vaca, en su estado hormonal, su nutrición o en factores ambientales que la afecten. Sin embargo, las investigaciones recientes, como las que exponen Polanco y Pohler, nos están mostrando una faceta diferente y crucial: la contribución del macho es mucho más profunda.
Los estudios sugieren que existe una "variación considerable en pérdida de preñez entre toros". Esto significa que no todos los toros son iguales en cuanto a la calidad de la preñez que generan, más allá de que logren la fecundación.
Una de las áreas donde la influencia del toro se está haciendo evidente es en el desarrollo de la placenta, ese órgano vital que conecta a la madre con el futuro ternero y le provee nutrientes. Como señalan los investigadores, "una de las razones propuestas de por qué los distintos toros tienen una incidencia variable sobre la pérdida de preñez es la posibilidad de variación de las contribuciones paternas a la placentación durante el período embrionario tardío de desarrollo".
Es decir, la genética del toro no solo determina características del ternero, sino que también parece influir en cómo se forma y funciona la placenta, un proceso que se vuelve crucial a partir de los 22 días de gestación y con mayor actividad entre los días 28 y 40. Si la placenta no se desarrolla correctamente, la preñez puede fallar.
La fertilidad del toro
Entonces, ¿cómo podemos evaluar esta influencia del toro? La forma más común hoy en día es el análisis de la morfología del esperma, una herramienta útil para un examen rápido que permite descartar toros con problemas obvios. Sin embargo, dada esta nueva información sobre su rol en la placentación y la pérdida de preñez, se están explorando métodos más avanzados.
Sistemas como el "Análisis Espermático Asistido por Computadora" (CASA) están comenzando a usarse para obtener una evaluación más precisa de la calidad del semen y, por ende, para "mejorar la fertilidad del toro". Esto es un cambio de paradigma: ya no solo buscamos un toro que preñe, sino uno que asegure la continuidad y viabilidad de esa preñez.
Es importante recordar que la pérdida de preñez es un problema complejo, influenciado por múltiples factores: genéticos, fisiológicos, ambientales e infecciosos. Enfermedades como la Neospora caninum o la Rinotraqueítis Infecciosa Bovina (IBR), así como una nutrición deficiente en la madre, pueden tener un impacto devastador en la gestación. La novedad que nos traen Polanco y Pohler es que el toro es una pieza más, y una muy importante, en este rompecabezas. Su aporte va más allá de la simple fertilización, influyendo en la supervivencia temprana del embrión y el desarrollo de la placenta.
En un contexto global donde la superficie para la ganadería se reduce, aumentar la eficiencia reproductiva es fundamental para la rentabilidad del negocio. Incluir la evaluación detallada del toro en un plan reproductivo, más allá de la capacidad de monta, puede ser el próximo paso para reducir esas pérdidas silenciosas de la ganadería.